Como muchas sabéis, un preocupación importante en el momento de quedarte embarazada es saber qué dieta debes segir. Son millones las teorías y las leyendas que circulan entre las embarazadas afirmando que ciertos alimentos están totalmente prohibidos o que son indispensables y la verdad es que es mucho más fácil de lo que muchas veces pensáis: la dieta debe ser sana, equilibrada, variada, rica en fruta y verduras y con pocas grasas (básicamente, lo mismo que si no estuvieses embarazada).
Por supuesto, debes evitar algunos alimentos que tu médico y matrona te especificarán (por ejemplo, el jamón o ciertos embutidos para prevenir la toxoplasmosis), pero en lo demás, prima el sentido común. Os decimos que conviene que en las 40 semanas de embarazo no ganéis más de entre 9 y 12 kg., aunque por supuesto esto cambia según de qué peso partas y de tus características individuales.
En un país desarrollado como el nuestro, lo habitual es que la mayoría de las mujeres se encuentren en un estado nutricional correcto cuando inician la gestación, por lo que solo deberán prestar un poco de atención a su dieta. Es cierto que en el caso de que presentes una obesidad importante o algún tipo de patología previa a la gestación (como la diabetes), sí tendrás un control dietético especial. Ni que decir tiene que debes evitar las dietas milagro durante el embarazo y que no debes iniciar ninguna dieta sin que la supervise tu médico.
En tu menú te recomendamos que incluyas unas 2-3 piezas diarias de fruta (puedes tomarlas también en zumo y son ricas en vitaminas) y unas 2 raciones diarias de verduras. La verdura, rica en fibra, ayuda al intestino a regularse, por lo que te vendrá muy bien, ya que como probablemente te has dado cuenta, el estreñimiento es uno de los males habituales del embarazo. Conviene que una de las raciones de verdura la tomes cruda, por ejemplo en ensalada, para que mantenga mejor sus propiedades (por supuesto, recuerda que es imprescindible que laves muy bien frutas y verduras antes de tomarlas).
Pan, arroz y pasta son básicos. Debes tomar de 4 a 5 raciones al día. En este grupo se incluyen también las patatas.
De lácteos debes tomar 2-4 raciones diarias. Aquí se incluyen leche y derivados (queso, yogures…). El queso debe ser siempre de leche pasteurizada (cuidado con lo que comes en esas excursiones en que se compra un queso en un pueblo) y mejor el fresco que el curado, ya que este segundo es más calórico. Se recomienda tomar entre medio y un litro de leche al día.
Carne o pescado debes tomarlos una vez al día, mejor asados o a la plancha que fritos. Si la carne no te gusta o la toleras mal, el pescado es más digestivo y también rico en proteínas.
Las legumbres pueden tomarse de 2-3 veces por semana. Dado que son muy energéticas, el día que las tomes ten cuidado con otros alimentos que tengan un nivel calórico alto. Se recomiendan 4 huevos por semana por su alto contenido en colesterol.
Los patés y frutos secos no son buenos como parte de la dieta cotidiana, ya que son muy grasos y con alto contenido calórico. Debes intentar evitarlos, pero puedes tomarlos alguna vez si te apetecen como capricho puntual. (NUTRIBEN)
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